RUTA BUJARUELO - VALLE DE OTAL

ASCENSIÓN A PEÑA UBIÑA

PEÑA TREVINCA - PEÑA NEGRA - PEÑA SURVIA


Una promesa es para cumplirla. Hice la promesa a mi hijo Carlos de intentar llegar juntos a la cima de Galicia, Peña Trevinca, con 2127 metros de altitud. No iba a ser sencillo, ya que es una ruta larga, con bastante desnivel y la íbamos a completar con la subida a las otras dos cimas que componen los "ochomiles" gallegos, Peña Negra y Peña Survia.
Para tener mejor acceso, decidimos subir desde el Hotel Rural Fonte da Cova, un hotel magnífico que está en medio de la nada, pero muy bien situado para realizar la aproximación al punto de partida de la ruta. Nos fuimos el viernes 9 de junio por la tarde y en menos de tres horas llegamos a nuestro destino. Nos trataron estupendamente.
Como llegamos algo tarde, cerca de la puesta de sol, nos acercamos por el camino de la mina que nos lleva a Peña Cabrita, para conocer de antemano por donde tendríamos que ir al día siguiente. El camino a la mina está bastante bien, se puede circular con un coche normal, aunque va a quedar cubierto por una capa de polvo tremenda. Ahorra cuatro kilómetros de ruta en cada sentido, así que merece la pena meter el coche. Hay que tener un poco de cuidado con los rebaños de vacas que pastan a sus anchas por estos lugares, más que nada por no ir demasiado deprisa y que se asusten, ya que son totalmente inofensivas.
Y después de una noche bastante agradable, con el gusanillo de realizar un sueño de hace tiempo, tras un desayuno frugal, cogimos el coche y nos fuimos hasta el punto de partida, la mina de pizarra que se ve en la fotografía inferior.
Después de dejar el coche en la parte de abajo de la mina, donde ya había otros coches estacionados, nos pertrechamos con todas las cosas que teníamos que llevar y comenzamos la ruta. Es con diferencia la parte más fea de la misma, ya que hay que ir por medio de este destrozo paisajístico en una zona que pertenece a la Red Natura. A pesar de que era sábado, estaban trabajando a pleno rendimiento en la mina, con un trasiego importante de camiones, de gran tamaño, como se puede apreciar en la fotografía siguiente, en comparación con unos compañeros de ruta que iban por delante de nosotros.
Una vez pasada la mina, comenzaba la verdadera ruta, en la base de la Peña Cabrita. En la fotografía inferior se puede ver el camino en la parte derecha que nos tocaba subir. Un buen inicio, una fuerte subida hasta el Alto de la Cabrita.
Una vez alcanzado el collado, el camino continuaba en descenso suave, con algún llaneo para subir nuevamente a la zona denominada la Mana de Vieja - La Forcadura. Ya comenzábamos a ver las cumbres aunque estábamos todavía un poco despistados de hasta donde tendríamos que llegar. Quizá si lo hubiéramos sabido, nos habríamos dado la vuelta.
El camino o pista de tierra se convirtió por fin en senda, por la que continuamos avanzando. En la fotografía inferior se puede ver la Peña Survia a la derecha, presidiendo el paisaje.
En la fotografía inferior, se puede ver superpuesta la ruta de subida hacia el Collado Portillo de Puertas, pegados a la cota 2002.
Y, desde este magnífico anfiteatro, además de la Peña Survia, se podía ver una pequeña laguna que se sitúa por encima del Teixadal de Casaio.
Habíamos llegado ya al Collado Portillo de Puertas y aún no divisábamos el objetivo del día, Peña Trevinca.
Al ir ganando cada vez más altura, empezábamos a tener buenas vistas panorámicas. Además de las minas de pizarra (monstruosas) vimos el Lago de la Baña.
Y ya entramos en el Valle de origen glaciar del río Tera. La senda se abría entre el brezo y había que ir con cuidado de no perderse.
La verdad es que el valle es de postal: entre las cumbres rocosas y todo el campo cubierto de flores de diferentes colores.
La ruta en rojo marca la senda que seguimos. Hay que tener cuidado, aunque se ve muy bien, ya que hay un desvío hacia el Picón, si se coge el sendero de la izuierda, y hacia Trevinca si se coge el de la derecha.
En el valle abunda el agua y hay que cruzar pequeños regatos, con cuidado ya que también hay pequeñas pozas de agua.
Las paredes rocosas que cierran el valle, nos impedían ver la ruta de ascenso, aunque ya íbamos preparados para sufrir subiendo un rato.
De vez en cuando, volvíamos la vista atrás para ver el lugar por el que habíamos venido.
Había que afrontar un duro ascenso, aunque la emoción de poder ver por fin la cima de nuestro objetivo era superior al dolor de piernas que empezaba a aparecer. Además iba con todo un crack, "adventurecharly".
En el ascenso, que inicialmente es muy directo y en línea recta, se ve perfectamente la Peña Negra, uno de nuestros objetivos del día. Pero antes teníamos que girar hacia la izquierda para ascender hacia Peña Trevinca.
Y, una vez alcanzado el collado, ya vimos emocionados nuestra cima. A la izquierda, donde están esos pequeños neveros, estaba Peña Trevinca.
Antes de acercarnos a la cima, nos desviamos hacia la izquierda, hacia el Maseirón para poder contemplar mejor el valle. Desde allí fuimos al Hombro de Peña Trevinca, una planicie donde llega la senda que viene del Maluro.
Nos quedaba por subir un exigente repecho de unos 300 metros, animados por hacer cima.
Y, por fin, llegamos al techo de Galicia y Zamora, a 2127 metros de altitud. Allí nos encontramos con otros dos montañeros que venían del otro lado, de Sanabria. Habían salido de la Laguna de los Peces.
Nuevo reto superado, uno más en la vida. En la cima la foto de rigor con mi hijo, mi compañero de fatigas y aventuras. En la cima hay los restos de una cruz de hormigón que está caída en el suelo.
Pero la ruta no acababa en Trevinca, sino que queríamos continuar hasta completar la corona de cumbres. Subiendo a Peña Trevinca nos encontramos también a los compañeros que habíamos visto a primera hora de la mañana. Nos comentaron que la subida a la Peña Negra era peligrosa con pasos muy aéreos y que no nos la recomendaban. Pero después de comer y reponer fuerzas decidimos continuar con nuestra ruta.
Para llegar a la Peña Negra, no hay una senda definida. Sólo hay que seguir el cordal y llegar a la cima, a 2121 metros, 6 menos que Peña Trevinca. Es la cima más alpina, ya que hay una cresta de roca muy expuesta al vacío hacia los dos lados.
Volviendo la vista atrás se ve la senda que sube a Peña Trevinca y la que baja de la Peña Negra.
Y el valle completo del nacimiento del río Tera. En el punto donde nace han puesto un poste metálico pintado de verde, blanco, rojo y amarillo.
Ante la falta de senda y de marcas, decidimos guiarnos por otro montañero que llevábamos delante. En la bajada de la Peña Negra hay que extremar la precaución, por la elevada pendiente y lo agreste del terreno.
Subida a la Peña el Geijo. No tiene mayor dificultad, hay que seguir la senda que se ve en la imagen y después girar hacia la izquierda.
En la fotografía inferior se puede ver un croquis de la subida desde el valle del nacimiento del Tera hasta el Maseirón
Un alto en el camino de vez en cuando no viene mal, sobre todo para contemplar todo el recorrido que llevábamos.
Además para contemplar el valle que se extendía a nuestros pies, de la vertiente contraria al río Tera. Aquí nacen los ríos Xarés y Bibei.
Si la subida fue dura, la bajada ni os cuento. La pendiente es muy acusada y hay que ir con pies de plomo. Teníamos que llegar a la vaguada que había antes de coronar la última cima del día.
Ésta es la vaguada por la que teníamos que pasar antes de subir a Peña Survia, sin camino, ni senda. Aquí hay que aplicar el sentido común, buscar el camino más sencillo y no exponerse en exceso.
En la ascensión a Peña Survia, se veía todo el camino realizado hasta entonces. Con flecha azul la cima de Peña Trevinca, la rosa es Peña Negra y la verde el Geijo.
Última cima del día, Peña Survia, con 2116 metros de altitud. Allí encontramos dos puntos geodésicos diferentes, bastante llamativos.
Desde la cima de Peña Survia aún nos queda otra dificultad de superar, la bajada. Es a trocha, sin senda, hasta llegar al camino de ida, que se ve en la fotografía siguiente.
Uno no alcanza el éxito en la montaña hasta que no regresa sano y salvo al punto de partida. Es lo que nos faltaba, regresar. Se nos hizo duro pero lo tomamos con calma.
Antes del lago de la Baña, existe una de las mayores canteras de pizarra que vimos. Un espanto.
Y antes de bajar de la Peña de la Cabrita un último vistazo hacia atrás para ver el magnífico circo alpino de los montes de Peña Trevinca. Gracias a mi hijo por su magnífica compañía y porque ha superado el miedo de bajar a trocha por la montaña. No quedaba otra.
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