Los que me conocéis ya sabéis el afán de aventura y de explorar rutas nuevas que tengo. Cuando puedo y, mis piernas me dejan, me embarco en alguna aventura por la montaña. Me gusta ir acompañado, aunque no siempre es posible. En esta ocasión, me acompañó una persona muy especial. Nos fuimos a la Sierra de Francia, en el sur de Salamanca, a la sierra de La Alberca, localidad conocida mundialmente. La intención era conocer la peña del Huevo, una montaña singular dentro de las cimas de esta Sierra.
En un día frío de enero, con bastante nubosidad, nos acercamos hasta la Alberca y, desde allí, cogimos la carretera que sube al Portillo de las Batuecas. Antes de llegar al Portillo, en una curva de la carretera, dejamos el coche y tomamos una amplia pista de tierra que tomaba altitud de forma lenta. La pista giraba 180º en un punto determinado para seguir ascendiendo, pero nosotros optamos por subir por el cortafuegos que veis en la fotografía inferior. Evidentemente la subida es mucho más dura, pero nos evitó dar un rodeo
Una vez en la parte superior del cortafuegos decidimos tomar el camino a mano derecha, con una vista magnífica de la Peña de Francia, rodeada de niebla con en muchas ocasiones.
Las vistas hacia el sur, con el valle de las Batuecas, las Hurdes y la niebla que cubría los valles era impresionante.
La ruta nos deparó la primera sorpresa de la jornada, al ver un rebaño de cabras montesas cruzar por delante nuestro. Se pueden ver en la parte inferior de la fotografía.
Para mi siempre ha sido un espectáculo ver a estos animales tan bien adaptados al medio. Los había visto muchas veces en Gredos pero no en la sierra de Francia. La ventaja de este día es que no había nadie en toda la ruta y los animales no se habían asustado.
Incluso parecía que alguno intuyó que los estábamos fotografiando y posaron para nosotros.
El camino que llevábamos nos llevo hasta el Alto de Levas, a 1507 metros de altitud, con el punto geodésico 69, una cima muy erótica.
Desde aquí teníamos una visión completa del Valle de las Batuecas, declarado parque natural como figura de protección.
Y, por supuesto, la majestuosa Peña de Francia, que domina los alrededores. Daban ganas de llegar a ella, pero la imagen inferior engaña, ya que había un valle profundo que nos separaba de ella.
Después de llegar al final del camino que habíamos tomado, volvimos sobre nuestros pasos. El siguiente objetivo era la Peña Carbonero, a 1505 metros de altitud.
Es una atalaya que domina todo el valle de las Batuecas. Para subir a ella, hay que desviarse un poco del camino principal.
Tuvimos que subir con una precaución extrema ya que las piedras estaban muy resbaladizas debido al rocío.
De vuelta al camino, seguimos la ruta convencional viendo ya la Peña del Huevo, característica por su forma.
Durante toda la ruta estuvimos viendo gran cantidad de buitres que volaban por la zona. Y tuvimos la suerte que algunos de ellos posaron para nosotros.
La mole de la Peña del Huevo, con sus 1414 metros de altitud, dejaron extasiada a Ana.
La ruta hubiera terminado ahí, bajando por la ancha pista forestal para terminar en el punto de partida. Pero las ansias de conquista pueden más que la razón y, por ello, decidimos ir a la última cima del día que estaba más allá de la Peña del Huevo. Tuvimos que rodear la misma, destrepar por rocas, casi a cuatro patas y encontramos un sendero estrecho, con marcas azules e hitos.
Para ascender a la última cima, que no estaba previsto, tuvimos que descender el pequeño valle que la separa de la Peña del Huevo. El camino estaba lleno de piornos, que acumulan gran cantidad de agua en sus ramas, por lo que acabamos calados.
Y encima la ascensión no fue nada sencilla, ya que alternaba zonas de tierra, con otras de rocas resbaladizas, donde había que echar las manos para no caer.
Pero la cima, El Alto de los Bardales, a 1483 metros del altitud, mereció la pena. Tuvimos una vista impresionante del sur, del monasterio del Valle de las Batuecas y de las Hurdes.
Los retos son algo maravilloso sobre todo cuando se logran.
Punto geodésico de la cima del Alto de los Bardales.
Desde allí, mirando hacia el norte, teníamos una vista preciosa de la Sierra de Francia, con el pueblo de la Alberca a nuestros pies. No había camino de vuelta, pero nos guiamos por el gps y por el google maps del ipad y descendimos sin ninguna dificultad por el bosque de pinos hasta el punto de partida.
Y mirando la vista atrás, vimos toda la ruta que habíamos realizado, con la Peña del Huevo y la Peña Carbonero, y la Peña de Francia escondida para evitar que subiéramos también a ella.
Agradecer la maravillosa compañía que tuve. Un día genial y una ruta muy recomendable, que la tenéis en WIKILOC
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