UN PASEO POR LAS ISLAS DE SALVORA Y VIONTA

Domingo 23 de abril de 2017, día despejado, con sol espléndido y buenas prespectivas marítimas en windgurú. Poco viento, poco oleaje y nada de mar de fondo. A las 10 de la mañana, después de una salida de guardia de las buenas, ya estaba en la playa de Aguiño. Como se puede apreciar en la fotografía inferior, toda la calma que habían previsto en windgurú no era cierta, el mar tenía una corriente hacia fuera de la ría, que iba a resultar bastante molesta.
Salí de la playa de Aguiño, de la ensenada de Carreira, por el lado interior de lo que llaman la barra. Ésta no es más que una prolongación de la punta Centoleira donde han hecho un pequeño paseo con dos puentes, aprovechando las rocas que ya existían y colocando piedras de protección. Pasé algo alejado de O Carreiro, As Centoleiras, O Con das Vieiras y O Con de Agosto, nombres todos de peñascos impresionantes que salen del agua.
Allí no las tenía todas conmigo, porque en contra de las previsiones, el mar estaba picadillo, con mucha ola pequeña que dificultaba mucho la marcha. Tanto que la idea era llegar a la isla de Vionta y decidir allí si seguía hasta Sálvora y daba media vuelta.
La primera parada fue es la isla de Vionta, que pertenece al Parque Nacional de las Islas Atlánticas. En ese momento desconocía completamente que está prohibido atracar en las playas y mucho menos dar un paseo por la isla, ya que está muy protegida.
La isla es una maravilla natural. A las playas de arena blanca y fina, se suman tremendas piedras y gran cantidad de aves, gaviotas en su mayor parte. Claro, al no estar acostumbradas al contacto humano, se revolucionó la peña y estuvieron volando y chillando por encima de mi cabeza. Tenía miedo que pasara como en la película de los Pájaros de Alfred Hitchcock.
Al fondo de la playa donde dejé el Kayak, había un promontorio rocoso, desde donde se tenía una bonita vista de otros islotes cercanos, Herbosa y Noro.
Parece que me estaban esperando y se pusieron a posar para la fotografía.
 En la fotografía inferior se puede ver otra de las playas de la isla de Vionta, con Aguiño al fondo.
Las rocas adoptan formas caprichosas por efecto de la erosión del viento y de la lluvia, y de los temporales.
Ésta es la playa que mira hacia la isla de Sálvora. Desde aquí pude comprobar que el mar estaba bastante calmado en el mar interior de Salvora.
 Es como un pequeño paraíso, con aguas trasparentes, fondos arenosos, rocas que emergen del agua por todas partes. Por eso, hay que protegerlo.
Antes hablaba de las formas caprichosas de las rocas. Echándole imaginación veréis en las fotografías siguientes una mano izquierda, de 4 dedos (pero con el dedo gordo diferenciado).
Después de recorrer con cuidado la isla de Vionta, molestando los menos posible a sus habitantes habituales, las gaviotas, volví a la playa para retomar el kayak. 
Pasé entre los islotes que hay en torno a la isla, Cornella, Chapeau, Herbosa y Gaivoteira y desembarqué en la playa dos Bois de Sálvora. Es una playa de arena blanca, paradisiaca.
 

Allí descanse un poco, me orienté con el ipad y continué, ya costeando hacia la playa do Almacén, donde se encuentra el muelle. Antes de desembarcar, admiré la escultura de la Sirena de Sálvora, escultura que fue erigida para perpetuar la nobleza de su anterior propietario.
Una vez amarrada el kayak, por si acaso, me salió a recibir Pablo, el guarda del parque nacional. Le entregué la autorización y me llevó al Pazo de Goyanes para enseñármelo por dentro. Está construido sobre el almacén de la fábrica de salazón que había allí antiguamente. También hay una pequeña capilla construida sobre la antigua taberna de los pescadores.
Una vez concluída esta breve visita, me informó de lo que se podía ver en la isla y hacia allí me dirigí. Primero fui a ver el Faro construido en el año 1921, año en el que el naufragio del vapor Santa Isabel marcó el inicio de su destello. El camino está perfectamente señalizado y es corto, algo más de 1 kilómetro. Se encuentra del otro lado de la isla.
Destaca las formaciones rocosas caprichosas que hay a lo largo del recorrido.
En teoría no se puede entrar en el recinto del faro, no se muy bien cual es la razón. Pero no encontré a nadie, ni siquiera a la farera, ya que es de los pocos faros que siguen habitados.
Después de la visita y de admirar el otro lado de la isla, que es mucho más peligrosa por los acantilados y porque ya es más abierto.
Una vez visitado el faro, vuelta por el mismo camino, hasta el cruce donde tomaremos la pista que conduce a la Aldea de Salvora. Por el camino encontraremos una fuente milagrosa que no se si nos devolverá la salud, lo que si es que me devolvió la vida de lo fresquita que estaba el agua.
 Llegamos a la Aldea, abandonada desde finales de los años 70, donde están casi todas las casas en pie, a falta de sus tejados. Existe un proyecto de reformarlas, ojalá se lleve a cabo.
De momento los únicos habitantes de esta aldea son esta pareja de gaviotas.
En una de las casas, encontré este tractor de la marca Ebro, que debe tener más de 50 años. Una preciosidad y reliquia.
Desde la Aldea se ve perfectamente la isla Vionta, donde había parado con el kayak, Aguiño y se intuye entre la bruma la Curota.
Qué caprichosa es la naturaleza!! No se si esta piedra redondeada está ahí por casualidad o fue puesta por la mano del hombre.
Los habitantes de la isla se dedicaban a la salazón de pescado. Se puede ver en alguna de las casas los recipientes donde hacían esta función.
Llegaron a vivir unas 60 personas. Hay que pensar que el día que yo fui hacía un tiempo ideal, sin viento, ni lluvia, ni oleaje alguno. Pero la mayor parte del año, la isla recibe los temporales que uno tras otro entran por Galicia. No debía ser sencilla la vida aquí.
 Una vista panorámica más de la Aldea. Está toda en pie, faltan los tejados. Por eso, con un poco de rehabilitación y consolidación, se podrá mantener durante muchos años más.
Mis compañeras de viaje, vigilantes de mis movimientos en todo momento. En la isla también existen caballos de raza autóctona y un montón de conejos.
En la fotografía inferior se puede apreciar la pasarela de madera que da acceso al pazo de Goyanes y a la ermita.
Y, aunque nos daba la espalda aquí, ésta es la sirena de Sálvora, la única mujer que pude ver durante toda mi travesía.
 Después de haber visto la parte visitable de la isla, cogí el kayak nuevamente y fui costeando para desembarcar en la playa más al norte de Sálvora, la playa de Lagos.
Aunque creo que no está permitido, simplemente paré para fotografiar todas estas formaciones rocosas tan curiosas.
Y desde Sálvora di nuevamente el salto hasta la isla de Vionta, donde desembarqué en la playa más cercana para consultar el mapa y volver por el lado correcto de la barra.
Y después de más de 5 horas de travesía y senderismo, regresé al punto de partida. Aún faltaba parte de los mejor: la estrella de Galicia y el bocata de calamares.
Ruta en WIKILOC

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