RUTA BUJARUELO - VALLE DE OTAL

PREKEISTOLEN, EL PÚLPITO (NORUEGA)

ASCENSIÓN A PEÑA UBIÑA

RUTA TOURIÑÁN - PLAYA DE NEMIÑA - FARO DE TOURIÑÁN - PLAYA DE MOREIRA

  El fin del mundo no está tan lejos como parece, lo puedes tocar cuando quieras en Cabo Touriñán, extremo absoluto de la España peninsular. 
El viento también ha esculpido aquí sus obras de arte, las puestas de sol son únicas e inolvidables. 
  Tenéis una oportunidad única de contemplar donde muere el último rayo de sol de toda Europa continental, si lo visitáis del 21 de marzo al 25 de abril y del 13 de agosto al 22 de septiembre. 
  Después de leer esto, ¿quién en su sano juicio no iría a visitar el cabo?
  La primera vez que vi en mi vida el cabo Touriñán, hace ya bastantes años, me impresionó por varias razones: por ser el punto más occidental de Galicia, por lo agreste del sitio y, sobre todo, por la ausencia del ser humano. No hay nada construido en el cabo, salvo el faro.
  Por todo ello, me planteé hacer una ruta que incluyera este cabo.
  La ruta comienza en la aldea de Touriñán, pequeño núcleo de población situado en un monte enfrente del cabo, donde la vida tiene que ser muy dura a partir del otoño. Comenzamos la ruta por un camino que, en suave ascenso, nos llevará a la cota más alta de la ruta, 194 metros.


Desde este punto, rodeado de árboles y vegetación, comienza un descenso que no llevará en primer lugar a la aldea de Queiroso, donde podemos parar a ver un grupo de hórreos muy bien conservados que hay a la derecha del camino.
Estamos en la Galicia rural, en la economía de subsistencia, donde se vive de lo que da la madre naturaleza, de la agricultura y la ganadería.
  Por una pista asfaltada llegaremos a la siguiente aldea, Vilela de Nemiña, que ya nos anuncia con su nombre la cercanía del primer espectáculo del día, la playa de Nemiña.

  A partir de aquí tomamos un camino que sale de la parte más alta de la aldea, para después de una pequeña subida comenzar el descenso vertiginoso hacia la playa.



  Bordearemos por arriba la playa, por un camino perfectamente visible, donde podremos encontrar en esta época del año pocos bañistas pero si algún surfero esperando la ola perfecta.

  Continuaremos por el pequeño bosque que hay en la parte posterior de la playa para adentrarnos ligeramente en la ría de Lires.
  La ría de Lires se forma en la desembocadura del río Castro en la playa de Nemiña, creando un hábitat para un buen número de especies de aves, sobre todo gaviotas y cormoranes, debido a la proximidad de la piscifactoría que allí existe.


  Como dijo una vez un escritor: "Si tuviera que elegir un lugar donde retirarme de los trabajos y los días, no lo dudaría: Nemiña, un arenal en la Costa de la Muerte, entre bosques y maizales"
  Esta playa es un  lugar ideal para disfrutar del entorno natural y contemplar como las olas rompen desde el océano sin ningún obstáculo que lo impida.


   Somos unos extraños en estos parajes tan aislados, una especie invasora, ya que los verdaderos habitantes del lugar son la gran cantidad de aves que anidan aquí
  Uno no se cansaría nunca de contemplar este mar bravío, esta costa esculpida a lo largo de los siglos, temida por los marinos, que la denominaron Costa da Morte.
  Dada sus características es escogida por muchos surfistas para practicar surf, organizándose campeonatos de surf en ella. En otoño ya quedan muchos menos, los más atrevidos.


    Después de la caminata, el cansancio ya acumulado, la belleza del lugar y algún canto de sirena mal entendido, el baño es algo obligatorio y como tal lo tomamos.
  Hay que tener cuidado porque esta belleza es un poco traicionera. El oleaje es muy fuerte y se nota una gran resaca. Por ello, precaución.
La ruta continua por toda la playa, pasando por diferentes salientes rocosos, que no tienen pérdida debido a las marcas verdes (de la ruta de los faros) que iremos encontrando por el camino.
  Tras rodear el bar que hay al final de la playa, merece la pena salirnos un poco del recorrido original, para subir por el promontorio que hay al final de la playa para ver la vista panorámica de la playa de Nemiña.

  Desde allí tomaremos primero el camino que nos lleva a la aldea de Talón y después seguiremos una pista asfaltada que nos va acercando paulatinamente al cabo.

Nos desviaremos siguiendo las marcas verdes. Ya comenzamos a ver el cabo, que en nuestro caso estaba siendo engullido por la niebla.

  Entraremos en el cabo Touriñán, recorriéndolo por la parte más occidental. Aquí en algunos momentos se pierde un poco el camino, teniendo que elegir alguno de los senderos que bordea la costa, para poder observar como el mar embravecido rompe contra las rocas.

  Es una zona agreste, indómita, con un paisaje dominado por una vegetación de arbustos de pequeño tamaño con armas defensivas (rodeados de espinos que pude sentir en mis propias carnes) y por riscos agrestes que caen sobre el mar.
  Llegamos a Punta Insúa desde donde se puede ver a Illa Herboso, un fragmento de tierra que ha conquistado el mar y que lo ha desgajado del cabo hace miles de años. Verlo entre la niebla que comenzaba a retirarse impresiona aún más.
  Volvemos de nuevo a la seguridad de las marcas que hemos ido siguiendo, las marcas verdes de la ruta de los faros.
  Por fin divisamos entre la niebla el faro de Touriñán. En 1898 se construyó un pequeño faro que aún hoy se conserva sobre el viejo edificio. El faro se mejoró en 1918 y se levantó uno nuevo en 1981.
  Por supuesto, no hemos acabado nuestra ruta todavía, no queremos abandonar el cabo aún sin visitar la otra parte del mismo. Nos encaminamos por una senda a Punta Gaivotera, donde vemos batir con gran fuerza el mar.



  Continuaremos por una zona muy agreste, de matorral bajo para acercarnos a O Cociñadoiro, donde podremos ver olas de gran tamaño y belleza.
  Es otoño y, como tal, época de setas, algunas de gran tamaño como pudimos atestiguar. Eso indica lo poco transitados que están estos caminos, alejados de las manos de Dios.
  La niebla va desapareciendo de nuestra ruta y las nubes altas nos dejan algunas escenas mágicas.

  Salimos ya del cabo, pero nos queda un último esfuerzo que tendrá su recompensa. Nos dirigimos hacia la playa de Moreira.
  El camino es más suave y sencillo, va entre fincas de los lugareños y nos dirige hacia la playa, pasando previamente por punta Moreira, donde tendremos unas magníficas vistas de esta bahía, donde el agua se remansa dándose un descanso del fuerte batir anterior.
  Bajaremos a la playa de Moreira, para disfrutar de un merecido baño reparador. Aquí las aguas son mucho más tranquilas y no hay que prestar tanta atención  a las olas.
  Después de recuperar las fuerzas, tomaremos la pista asfaltada que, en continua subida, nos deja en el punto de partida. Tuve la suerte de ver como el sol nos decía adios en el horizonte.

Un día magnífico, cansado pero feliz.

La ruta como siempre en wikiloc: RUTA TOURIÑÁN





CASTRO Y PLAYA DE BAROÑA

¿Quién no ha venido a Galicia y ha oído hablar del Castro Baroña?


Esta es una ruta muy sencilla para realizar toda la familia, en cualquier época del año. 

 
 La ruta parte del cafe-restaurante O Castro y bajaremos por el camino que hay al lado de la oficina de información a los visitantes, que sólo abre en verano. El camino es muy sencillo, apto para todo tipo de personas y calzado. 

Llegaremos primero a una bifurcación y cogeremos el sentido del castro. Seguiremos descendiendo entre árboles para llegar a una gran esplanada descubierta donde podremos observar el castro de Baroña y su península en todo su esplendor.

  El castro de Baroña es un poblado de la Edad del Hierro constituyendo un ejemplo sumamente representativo de "castro costero".  Aunque el yacimiento estuvo ocupado desde inicios de la segunda Edad del Hierro hasta bien entrada la época romana, su apariencia actual tendría su origen en el cambio de Era (s I a.C. - s I d.C.), momento en el que el asentamiento vivió una expansión urbanística y demográfica. 

  



  Actualmente han realizado obras de restauración y consolidación, con apertura del foso defensivo, que da un aspecto invulnerable al recinto. Se puede visitar sin restricciones ningunas, salvo la de proteger un bien histórico. 

  Es casi obligatorio subir a los dos promontorios rocosos desde donde podremos observar la entrada de la ría de Muros-Noia, con el monte Louro cerrando la ría. 





Por el otro lado, observaremos la playa de Baroña y los siguiente arenales que hay en la costa.



Después de disfrutar del entorno, en nuestro caso, acompañados desde el aire por el vuelo de un ultraligero que hizo varias pasadas por encima de nuestras cabezas, volveremos sobre nuestros pasos.

  En la explanada previa a la península del Castro, sale un sendero que nos comunica con el camino de bajada a la playa de Baroña. Es una playa muy concurrida durante el verano por nudistas y surferos, aunque en otoño suele estar solitaria. 



La suerte fue que el día acompañaba con calor y que el agua, a estas alturas del año, aún no se ha enfriado, lo que me obligó al baño de rigor.



  La vuelta la hicimos por detras de la aberración de esta zona, la única casa que hay sobre la playa, que encima es espantosa. 







El camino es a través de la arboleda y, en suave ascenso, nos deja en la carretera para retornar al punto de inicio.

La ruta realizada está en wikilocCASTRO Y PLAYA DE BAROÑA


CASCADAS Y MOLINOS DEL RIO BAROSA (BARRO, PONTEVEDRA)


Esta es una ruta corta, ideal para realizar junto con toda la familia, en otoño después de algunos días de lluvia para que baje más caudal por el río.
El parque natural Ría de Barosa, se encuentra dentro del municipio de Barro. Accederemos al aparcamiento por la carretera nacional que une Caldas de Reis con Pontevedra (en el kilómetro 104).
Se caracteriza por la presencia del río Barosa y por el conjunto de molinos, un total de 17, que se encuentran en sus orillas, diviéndose en muiños de abaixo y de arriba.
La ruta comienza saliendo del parking y admirando la gran cascada final del Barosa, con una altura de 30 metros.
 Nosotros fuimos después de una semana de mucha lluvia, para contemplarla en todo su esplendor.
La primera parte de la ruta es la más dura, ya que hay que superar el desnivel de la cascada, pero con unas vistas impresionantes sobre la misma. 
Además podemos visitar varios molinos restaurados y otros consolidados. Una vez superado este primer gran escalón, el camino se vuelve mucho más plácido y llano, hasta llegar al puente de piedra. 
Aquí podemos optar por volver al punto de inicio por la otra orilla, o seguir por las marcas rojas remontando el río.
Nosotros decidimos lo segundo para seguir admirando la belleza de la naturaleza en otoño, con estos bosques autóctonos de carballos, castaños, laureles...
Por encima del puente la ruta sigue marcada con flechas y puntos rojos, estando en perfectas condiciones. 

Un poco más arriba nos separamos del río para ascender  y retornar hasta el puente por pistas asfaltadas hace muchos años.
El retorno lo haremos por la otra vertiente del río, donde podemos admirar diferentes saltos de agua y praderas extensas con muchas castañas para recoger en esta temporada.
La bajada final de la fuerte pendiente la realizaremos por el mismo sitio, ya que es el único camino viable que vimos. 
También disfrutamos de la vista de la cascada de noche.
La ruta está en el siguiente enlace: Muiños do Barosa
Hay una página en internet muy interesante y completa sobre estos molinos: http://www.barosa.es/