El Lago di Braies está considerada como la "perla de los Dolomitas", por el color verde esmeralda de sus aguas y por las montañas que le rodean.
Existe un camino que bordea todo el lago, de unos 3'5 km de longitud. Hay mucha gente, sobre todo en el mes de agosto cuando fuimos nosotros. Es como la ruta del Cares en España. En la fotografía inferior se puede ver el embarcadero desde donde se alquilan canoas para disfrutar del lago.
El camino se puede realizar en cualquiera de los dos sentidos. Yo aconsejo realizarlo en el sentido de las agujas del reloj, ya que la mayoría de la gente lo realiza así y en los sitios estrechos no hay que esperar turno.
El lado se encuentra a 1469 metros de altitud y ocupa una extensión de 31 hectáreas, por lo que es el más grande de los Dolomitas.
Entre el color verde esmeralda de sus aguas y lo cristalinas que son, se pueden hacer multitud de fotografías de los reflejos que se producen en el agua.
La ruta por la parte norte del lago tiene alguna subida y zonas con escaleras para salvar algunos desniveles. Pero esto permite tener una visión aérea y maravillosa del Lago.
Está rodeado de un circo de montañas, entre las que destacan Croda del Becco (2810 m), Monte Nero (2123 m), Piccolo Apostolo (1711 m) y Sasso del Signore (2447 m).
Desde enfrente vemos la ermita cerca del final de la ruta.
En el extremo opuesto del Hotel, existe una zona de esparcimiento con barbacoas y playa. Así los más osados pueden darse un baño, aunque la temperatura máxima del agua son 14º.
También para pasar un buen día, se pueden alquilar pequeñas barcas para recorrer el lago y tener una visión diferente del mismo.
El camino de vuelta es mucho más sencillo, ya que es prácticamente plano.
Esta es la ermita que veíamos desde enfrente.
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En el hotel del lago (Pradger Wildsee) tuvo lugar uno de los últimos y más importantes acontecimientos en relación con la 2º Guerra Mundial. Dos años después del armisticio que se produjo en septiembre de 1943, el personal del hotel fue testigo de un largo secuestro donde fueron tomados cientos de rehenes simpatizantes de las fuerzas aliadas, algunos muy importantes, como el primer ministro francés de la época (Léon Blum). Tras su liberación, los 143 rehenes, no solo pudieron disfrutar de su libertad, sino también del excelente tratamiento que obtuvieron de manos de la entonces propietaria del hotel, la popular Emma Heiss-Hellenstainer.
Ottima escursione!
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